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Zona Empleo-EDH
Aunque pase desapercibido en algunas empresas, el carácter y actitud de algunos elementos en el equipo de trabajo, puede estar afectando la armonía de todo el grupo.
En cualquier empresa para la que laboremos a lo largo de nuestra vida, siempre encontraremos personas con diferentes caracteres con las que debemos aprender a tratar para convivir en un ambiente de armonía.
Algunas personas pueden obstaculizar nuestro desarrollo laboral ya que no son de nuestro agrado, sin embargo, pueden obtenerse experiencias positivas si buscamos enfocarnos en controlar y aceptar nuestras emociones ya que son parte de la vida laboral, según destacan expertos de la materia.
Según la encuesta realizada por la web de recursos humanos “OCCMundial”, en más de 1,500 profesionales, el ambiente laboral es un factor importante para lograr el bienestar en el trabajo, es por eso, que cuando nuestra vida profesional se vuelve problemática, los efectos pueden ir más allá de la oficina y afectar nuestra vida personal.
Por ello, la recomendación que realizan expertos en la materia es que se debe comenzar por identificar su naturaleza. Por ejemplo, existen las personas chismosas, las informales, los descalificadores, los flojos, en resumen, son solo algunos de los que dañan en gran medida el ambiente laboral.
Una vez se determine cuál es la actitud de esa persona que perjudica el ambiente, se debe intentar llevar el tema al diálogo. Para neutralizar el efecto que nos produce un compañero nocivo la clave es saber identificar si su agresividad es sólo contra nosotros o también se comporta regularmente así con otros miembros del equipo.
Cuando se trata del segundo escenario, lo mejor es abordar el conflicto, porque no cabe la duda que existe otros compañeros que se sienten de la misma forma, lo que puede llevar a que tomen cartas en el asunto de manera colectiva, ante el jefe directo, por ejemplo.
Para actuar es suficiente un par de actitudes hostiles. Mientras más esperes para ponerle un límite al compañero nocivo, más trabajo te costará manejar la situación. Cuando dejamos que una persona nos agreda durante mucho tiempo acumulamos frustación y enojo, y esa persona gana terreno sobre nuestro estado de ánimo. El no ponerle un alto y actuar es decirle a esa persona que esta correcto lo que nos hace.
Lo más común es reaccionar agresivamente ante una conducta maliciosa ¡y eso es lo que se espera la otra persona! Cuando le respondemos agresivamente sustentamos el dominio que tiene la otra persona, el poder de sus palabras y sus acciones para sacarnos de nuestras casillas.
En vez de responder con agresividad lo hacemos amablemente y calmados, desarmamos a nuestro agresor, ya que no cedemos ante su provocación y no le permitimos que tome el control de la situación. Esta es la clase de actitud que el acosador no se espera ¡sorpréndelo!
El manejar tus reacciones y emociones es la forma más inteligente de dominar a ese compañero fastidioso. Enfócate en ti y no le prestes atención a él o a ella y verás los resultados.
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